En ocasiones se nos pasa por alto la importancia de una adecuada Seguridad Vial, cuidar un conjunto de acciones y mecanismos que garanticen el buen funcionamiento de la circulación del tránsito.
Tanto el peatón como el pasajero o el conductor deben usar una serie de conductas y reglamentos a fin de usar correctamente la vía pública previniendo así los accidentes de tráfico.
Por suerte, cada vez son más las personas concienciadas en la importancia de una buena Seguridad Vial y de invertir en mejorarla.
Recuerdo que desde que me saqué el carnet de conducir siempre me ha encantado la libertad que te da tener coche y poder ir a todas partes con él. Incluso pese a las multas o a la locura del tráfico en las grandes ciudades allí a donde fuera siempre con mi coche.
Me gusta tanto la conducción y el tema de la Seguridad Vial que hasta me conozco las empresas que construyen las carreteras más seguras, entre ellas esta empresa especializada en la protección de carreteras, un grupo empresarial fabricante de estructuras metálicas, y especialmente destacado por sus sistemas de seguridad siempre apostando por la máxima calidad en todo lo que hace.
Lo curioso es que aun siendo muy consciente de la mejora en Seguridad Vial y de lo mucho que me gusta la conducción fuera víctima de Amaxofobia.
Cómo superar la Amaxofobia
Es cierto que hay personas que encuentran la conducción como una actividad muy estresante, y puedo entender que lo vean así, pero, lo cierto es que a mí siempre me había encantado hasta que me vi envuelta en un accidente bastante traumático del que casi no salgo con vida.
Desde ese momento desarrolle esta extraña sensación que los especialistas me diagnosticaron como “fobia a conducir”. De hecho, este trastorno lo sufren cerca del 30% de los conductores en España, la mayoría mujeres, de los cuales un 12% se verían incapaces de conducir.
No podía creerme lo que me estaba pasando, y es que antes iba a todas partes en coche, pero ahora cada vez que me subía al volante empezaba a sentir un irrefrenable nerviosismo, me daba la sensación de que no podía respirar, me sudaban las manos y aumentaba el ritmo de mis pulsaciones.
Al tratarlo con una especialista en el campo me explicó que al haber vivido la experiencia de un accidente de tráfico había desarrollado una gran inseguridad y corría el peligro de abandonar la conducción tras los 2 primeros años si no era capaz de afrontar el problema.
Tenía claro que iba a esforzarme en superar esta fobia, ya que al trabajo tenía que ir en coche, entre muchas otras cosas que se me hacían un mundo sin poder conducir.
La especialista me comentó que normalmente este tipo de trastornos cuando no vienen como resultado de un suceso traumático suelen asociarse a personas perfeccionistas, con pensamientos rígidos y negativos que tienen una percepción errónea de los estímulos, lo que les lleva a percibir el tráfico como una amenaza.
La baja autoestima, el estrés laboral o personal, así como una ansiedad generalizada y la fobia social son algunos de los rasgos que también comparten las personas que padecen de Amaxofobia.
En mi caso, aunque no respondiera a ese perfil sí que tenía una percepción claramente errónea cada vez que intentaba ponerme al volante, si bien en mi caso estaba más asociado con un caso de estrés post traumático.
SI bien, la parte más importante del proceso es la de identificar el problema y superarlo. Para ello, una de las mejores cosas que se pueden hacer es acudir a un especialista en el este ámbito para que sepa tratar nuestra Amaxofobia.
En mi caso realicé un curso de perfeccionamiento de conducción para enfrentarme a una situación de emergencia similar a la que había ocurrido en el accidente que tuve.
Los resultados fueron sorprendentes y además de mejorar mi conducción y mejorar mi técnica gane en confianza.
Al irme enfrentando progresivamente a la situación que temía empecé a percibir la realidad con normalidad y no alterada por el miedo irracional que había desarrollado a raíz del accidente.
Pude detectar cómo iban surgiendo mis pensamientos catastrofistas y cómo no se basaban en la realidad. Empecé a confiar en mí misma, en mi capacidad para conducir mejor, además de las muchas y, cada vez mejores medidas que existen en materia de Seguridad Vial.