Siempre llega ese momento, con determinadas situaciones en la vida, en las que se crea esa disyuntiva, ese “no saber qué hacer” o qué opción es la más adecuada de las muchas que se nos pueden presentar.
Esto es lo que ocurrió cuando a mi abuela le diagnosticaron de artrosis y, le aconsejaron que tenía que empezar a seguir una rutina de ejercicios más constante.
A mi abuela nunca le había dado por el deporte y le costaba llevar una vida más activa. Por otra parte, aunque socializaba con varias amigas de su vecindario pasaba mucho tiempo sola cuando no estaba con nosotros.
Mis padres trabajaban muchas horas y mis hermanos y yo sacábamos tiempo entre la Universidad y de más actividades que teníamos. No obstante, no era suficiente y empezamos a plantearnos diferentes alternativas.
Una Vida Activa y Sociable es fundamental para el Bienestar de nuestros Mayores
Siempre me ha parecido que por que uno se jubile no debe dejar nunca de llevar una vida activa, la falta de deporte, disciplina o el no relacionarnos a menudo con otras personas pasa factura.
Somos seres sociables y la actividad física es un elemento fundamental para cuidar de nuestra salud. Con los horarios y el ritmo actual se hace muy difícil conciliar mejor nuestra vida familiar, profesional y de ocio.
Empecé a plantearme tomarme más tiempo para estar con mi abuela, pero mi madre no quería que dejase de lado mis estudios. Ella me comentó la posibilidad de una residencia, no me gustaba mucho esa idea, porque quería que mi abuela se sintiera como en casa, así que al principio rechacé mucho esta propuesta.
Se me planteó, por primera vez en mucho tiempo la gran duda de qué hacer en este tipo de situaciones y que, quizás estaba siendo algo inflexible al no valorar la situación desde más puntos de vista.
Después de sopesarlo y analizar todas las posibilidades empecé a pensar que una buena residencia que estuviera cerca de casa podía ser una buena solución.
Mi madre me explicó que en una residencia de calidad mi abuela tendría mayor seguridad, ya que ahora que le habían diagnosticado de artrosis, iba a ser mejor para ella tener un ambiente controlado y seguro en todos los niveles.
Además, este tipo de centros están adaptados para los diferentes tipos de dependencias o patologías con instalaciones muy adecuadas y en las que pueden disfrutar de cierto grado de autonomía.
Otra cosa que me parecía muy interesante era el de una mejor alimentación. Mi abuela era una excelente cocinera y cuidaba mucho de su dieta y menú diarios, pero, ahora, con su artrosis le costaba mucho cocinar y nosotros no teníamos tiempo material para ayudarla. De este modo, tendría dietas adaptadas a sus necesidades y unos horarios de comida regulares para cuidar su rutina diaria de comidas.
Si bien, una de las cosas que más me convenció fue el de que contara con facilidad con auténticos profesionales sanitarios. Personas formadas y con mucha experiencia a la hora de tratar los problemas que pudieran presentarse. Desde enfermeras, a psicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupaciones y educadores sociales.
Profesionales cualificados para conseguir tener controlada su situación y los problemas que pudieran surgir a causa de su artrosis.
Por otro lado, también estaría más acompañada por personas de su edad con las que compartir aficiones y conversaciones.
La posibilidad de tener una rutina más activa terminó de convencerme, ya que en estos centros se desarrollan muchas actividades que les permiten estar mucho más activos de lo que estarían en casa.
De hecho, en Sanvital, que es la residencia por la que nos decidimos y la que más confianza nos dio, cuentan con una gran variedad de actividades para estimular tanto la memoria como la actividad cerebral.
Al final, me di cuenta de que no hay nada peor que los prejuicios y las ideas preconcebidas, y es que mi abuela estaba muy bien atendida y cuidada. Incluso disfrutábamos más de los momentos que compartíamos juntos, ya que no teníamos que preocuparnos de nada más que de disfrutar de su compañía.